viernes

Herminia Soledad de Berdini, "Chiqui"

Chiqui le sonríe a la vida. Lleva a cuestas una humildad que ejemplifica y una lucha que no merma. Pero también carga con un dolor que aún está latente: 30 años después de la desaparición de su hijo Guillermo, su ausencia la entristece, le borra por unos instantes esa sonrisa que cobija.

Ella pisó por primera vez Plaza de Mayo en 1977 junto a otras tres madres marplatenses. “Fue una emoción inmensa: era llorar, consolarse una con otra. No se puede explicar con palabras lo que se vivía en esa Plaza”, indicó Soledad Pereda de Berdini. Esa tarde en Buenos Aires, la acción fue conjunta y se desató con fuerza. Dispersas en los bancos, sentadas donde podían, aguardaban las mujeres. “En un momento dado nos levantamos y empezamos a marchar”, relató Chiqui. Con la misma unión y con el mismo impulso inquebrantable continuaron su lucha. “Algo de miedo teníamos. Y eso que yo junto a dos Madres más éramos las más corajudas”, confesó.

El temor era moneda corriente en una época donde el horror y los secuestros eran cotidianos. En Mar del Plata, la familia Berdini era dueña del hotel lindero a Infantería, ubicada en Tucumán entre Garay y Castelli. Sólo una pared los separaba. “Yo tenía miedo porque como vivíamos al lado de los milicos, sabían mis idas y venidas. Los Falcon estaban todo el día en frente”.

El día del secuestro de su hijo, que aún continúa desaparecido, ella se supo Madre de Plaza de Mayo. El año 1976 llegaba a su fin y Chiqui se unió a otras tres mujeres que atravesaban la misma situación y se reunían en la Catedral. Éramos cuatro. Yo llegué al Cedier, y le pregunté a una señora toda vestida de negro, Tomaza, ‘¿a usted señora también le falta un hijo?’ Y me contestó que sí, hacía ocho meses”, rememoró Chiqui. “El dolor más grande que puede tener un ser humano es la desaparición de un hijo. No saber qué fue de él es lo más terrible en la vida, lo mismo que los 30 mil desaparecidos”, añadió enseguida.

Cuando los carros de asalto comenzaron a instalarse en las salidas de las reuniones, se fueron a Santa Ana. Después de cuatro reuniones también debieron irse porque amenazaron al Padre y ellas eran esperadas por Falcon verdes. “Teníamos que correr”, aseguró. De allí pasaron por San Antonio, Don Bosco y la Iglesia Metodista para luego volver a Santa Ana. “Todo duraba poco porque enseguida llegaban las amenazas”.

La necesidad las impulsaba a reunirse cada sábado. Allí relataban lo vivido cada semana. “Con mucha ilusión creíamos que los íbamos a encontrar. Pensábamos que los tenían detenidos. Así pasó el tiempo. Recurrimos a todas las instituciones, militares, policías, ministerios, consulados. En la Iglesia donde hacíamos misas y rezábamos nos preguntaban, pero también se burlaban, sobre todo el Padre Pérez”.

¿Son concientes de que son un ejemplo de vida?, fue consultada Chiqui, quien espontáneamente respondió cargada de humildad: “¿Por la lucha? –pregunta ella-. Sí, puede ser, sí”. Enseguida recordó la dimensión que la Asociación cobro fuera de Argentina. “He estado en España y nunca imaginé que eran tan queridas las Madres. Estando allá se inauguró una Plaza, les ponen nombres a las calles, mucha juventud nos acompañaba. Eso te hace ver un gran reconocimiento”.

¿Qué proyectos tenés en los próximos 10 años?, volvió a ser interrogada. “¡Qué voy a tener proyectos para dentro de 20 años si voy a tener como 200 años... ¿Proyectos? El proyecto es seguir la lucha”, reveló.

La nota llega a su fin y Chiqui sigue cebando mate en su casa del puerto, ofrece budín, pan con queso y más tarde saca las anchoas. Está en todos los detalles. El recuerdo de una generación silenciada y muerta en la tortura es inevitable. “Los 30 mil desaparecidos dieron su vida por sus ideales y un mundo mejor. Agruparnos nos ayudó durante esos años trágicos. Hoy somos Madres de Plaza de Mayo y seguimos luchando todas juntas”.

REVISTA Nº9

Nuestra revista tiene un nuevo punto de venta, Platon Libros Catamarca 1964
en este nuevo numero de la publicacion:
Galeria del Represor: Rfael A Guiñazú
Historia de un Luchador: Azucena Villaflor
Madre nohay una Sola: Elena Olguin de Barjacoba "Nelly"
Local: El Puerto sigue oyendo promesas Incumplidas
Recursos Naturales, dos caras de la ecologia
Y muchos temas mas....

jueves

Nuestra Historia

Nuestra lucha de 30 años venciendo a la muerte.

El golpe militar de 1976 fue el más sangriento de nuestra historia. Mar del Plata constituyó una de las ciudades más castigadas del país, pues en ella se concentró el emplazamiento del Ejército, la Marina y la Aeronáutica. Muchos estudiantes, obreros y profesionales fueron detenidos, torturados y desaparecidos en los campos de concentración diseminados por toda la ciudad.

Madres, padres y hermanos comenzamos a peregrinar, para saber dónde estaban detenidos, por comisarías, bases militares, juzgados, Iglesias. El Obispo local, por aquellos años Rómulo García, se negaba a recibirnos puesto que para él éramos comunistas. Sin embargo, delegó en el padre Pérez la tarea de recibir nuestras denuncias –quién sólo se limitaría a escuchar- y nos permitió reunirnos en las dependencias del CEDIER., en el Pasaje, no así en la Catedral: no podíamos trasponer la "Casa de Dios".

Apenas éramos cuatro madres cuando comenzamos a reunirnos en el año 1976. Ya ese mismo año, con el secuestro de más jóvenes, el grupo se iría incrementando. Al principio nos identificábamos por la ropa: la del tapado marrón, la de los zapatos grandes; luego nos fuimos familiarizando con nuestros nombres.

Pronto tuvimos que irnos del CEDIER. Los carros de asalto que se instalaban en las cercanías cada vez que nos reuníamos, las amenazas y las intimidaciones, la represión de los militares y de las fuerzas de seguridad sobre nosotras, la presión sobre sacerdotes y pastores, fueron motivos para peregrinar de una iglesia a otra: San Antonio, Santa Ana, la Iglesia Metodista, San José.

Si bien ya constituíamos un grupo numeroso, sabíamos que había más madres en igual situación que la nuestra, debido a que las encontrábamos en los tribunales o en la policía. Por eso, en el año 1977 publicamos un aviso en un diario local invitando a aquellas familias que tuvieran algún desaparecido a que participaran de nuestras reuniones. Fue así que logramos que las asambleas llegaran a convocar más de sesenta madres y familiares. La desesperación que compartíamos también nos sirvió para fortalecernos en la lucha. Al mismo tiempo, comprendimos que solas no lograríamos nada y que la solidaridad entre nosotras nos permitiría conseguir algún resultado en la búsqueda desesperada de nuestros hijos.

Uno de los pocos sacerdotes que nos recibió con amor fue el padre Doll, de la Iglesia Santa Ana, quién nos cedió un espacio para reunirnos cada sábado y tener un pequeño archivo. En estas reuniones podíamos compartir tanto nuestras angustias como las novedades sobre la búsqueda de los hijos. Cada vez que llegaba un nuevo familiar y nos preguntaba “¿hace cuánto te falta tu hijo?” quedaba horrorizado cuando alguna de nosotras respondía que faltaba desde hacía 3, 5 ú 8 meses. También, llevábamos una planilla por cada desaparecido de nuestra ciudad. En ella anotábamos los datos personales, el lugar y fecha de desaparición, un breve relato del secuestro y el nombre de quién hacía la denuncia.

También, en esas reuniones se decidían las actividades que realizaríamos y los viajes a Buenos Aires con el propósito de conectarnos con los organismos de derechos humanos. Esto fue importante para nosotras porque comenzamos a ver la real magnitud de las desapariciones y la crueldad e impunidad de los represores.

Nuestro objetivo era que la población tomara consciencia sobre la represión y las desapariciones sistemáticas ejercidas por los militares en su conjunto. En un principio, la población por miedo o por indiferencia era reacia a acercarse a nuestras mesas instaladas en la Peatonal. Allí, generalmente, realizábamos junto con los Organismos de Buenos Aires, campañas de firmas en reclamo por la aparición con vida de nuestros hijos, que luego enviaríamos al exterior. En esas oportunidades aprovechábamos para hablar con las personas que transitaban por el lugar, valorizando cada palabra solidaria que nos hacían llegar.

Otras actividades que hacíamos era escribir en los billetes “¿Dónde están los desaparecidos?”, para que circularan en los negocios; ir a las misas en la Catedral usando los pañuelos blancos para poner de manifiesto la ausencia de nuestros hijos. A partir del año 1981 nos organizamos para viajar en un micro alquilado, a las marchas de la Resistencia, en Plaza de Mayo. En el año 1982 sacamos nuestra primera solicitada en el diario La Capital, con las fotografía de nuestros hijos

En Mar del Plata habíamos decidido desde el año 1978 realizar las marchas como lo hacían las madres en Plaza de Mayo. El lugar elegido fue alrededor del Monumento a San Martín, en la Av. Luro. Dos motivos llevaron a cambiar de lugar: por un lado, los Falcon verdes que se apostaban cada vez que realizábamos una marcha, impidiendo que se acercaran más familiares para acompañarnos y, por otro, muy pocos transeúntes percibían que estábamos marchando en ese lugar. Por eso, decimos caminar en silencio a lo largo de la Peatonal San Martín hasta la costa y volver al punto de partida que era la Catedral.

Una de las marchas que recordamos fue, por ejemplo, el día de la Madre de 1981. Un número importante de madres, padres, hermanos, esposas nos concentramos en la misa de las 11 de la mañana, en la Catedral. Luego, marchamos por la Peatonal, nosotras con nuestros pañuelos blancos, y los hombres, que nos acompañaban, también lo llevaban pero atado a sus brazos. Las notas de los diarios indicaron que si bien no había policías uniformados, fuimos vigilados por agentes de civil.

En 1984 resolvimos, hasta la actualidad, que la marcha la hiciéramos en la explanada frente a la Catedral, todos los jueves a las cuatro de la tarde, como lo hacían las Madres en Plaza de Mayo.

Un suceso que conmocionó a nuestro país y a nosotras en particular, fue en 1982 cuando el General Galtieri declaró la guerra a Inglaterra, por las Malvinas. Nosotras nos opusimos a esa guerra porque sabíamos que iban a sacrificar muchas vidas jóvenes. Nos concentrábamos en la calle para manifestar nuestro desacuerdo con la guerra y para reclamar que “las Malvinas son argentinas y los desaparecidos también”.

Con la derrota de Malvinas, la sociedad empezó a reclamar una vuelta al proceso democrático. Para ese entonces Massera comenzó a promocionarse como un posible candidato político; para ello daba conferencias en distintas ciudades. En Mar del Plata, se hizo en el Hotel Hermitage. Se decidió concurrir, pero sólo madres y esposas, pues habíamos sido advertidas de las provocaciones de los custodios de Massera, en otras ciudades; para poder entrar sin que nos detuvieran, no nos pusimos el pañuelo. Cuando finalizó la primera parte de la charla hizo una pausa para tomar café, nosotras fuimos las únicas que no aplaudimos y aprovechamos para ponernos el pañuelo. Cuando nos vio, no quiso salir más a terminar la charla, pues tenía miedo de nuestra reacción: las únicas armas que poseíamos eran la verdad y los pañuelos blancos, que repercutían en su conciencia de asesino. La persona que lo presentaba nos pidió que nos calmáramos, como si eso fuera posible. Finalmente, salió Massera y dio por concluida la charla.

Con el anuncio de las elecciones en el año 1983, las madres y los familiares decidimos hacer un recurso de Habeas Corpus, en favor de los desaparecidos. En él exigíamos que se aclarara la situación legal de nuestros hijos, debido a que figuraban en los padrones electorales. Además, cuando llegó la fecha de las elecciones nos presentamos en las mesas donde figuraban nuestros hijos y esposos, para denunciar que habían sido secuestrados y que estaban desaparecidos. También, con motivo de las elecciones sacamos una solicitada que la titulamos "Donde votan los desaparecidos".

Cuando asumió Raúl Alfonsín como presidente, en diciembre de 1983, decidimos viajar unas 50 madres y familiares en un micro alquilado. Además, llevábamos una pancarta enorme que decía “Mar del Plata Presente”. La sacamos cuando llegamos a Capital para que todos la vieran. Estábamos contentos y tan esperanzados, “casi” seguros que alguno de nuestros hijos iba a aparecer con vida, no importaba cuál, todos serían muy bien recibidos y considerados hijos de todas. Pero nadie apareció, a pesar que Alfonsin había sostenido –aunque luego se desdijo- que existían desaparecidos con vida. Tuvo la gran oportunidad de hacer justicia, porque todo el pueblo estaba con él. Sin embargo, no lo hizo y decretaría más tarde la obediencia debida y el punto final.

El año 1984 fue un año difícil, pues el grupo de Madres y Familiares se desmembró. Nosotras constituimos la filial de Madres de Plaza de Mayo: éramos madres de la calle, no de escritorio; el pañuelo era parte de nosotras, no estábamos dispuestas a resignarlo, seguíamos levantando la consigna “Aparición con Vida”. Más tarde, tras el ofrecimiento de la reparación económica por la vida de nuestros hijos, durante la presidencia de Carlos Menem, se abriría una grieta profunda entre nosotras y los demás organismos de derechos humanos.

Durante todos estos años las actividades fueron innumerables, especialmente, las que hicimos en la calle. Sólo mencionaremos algunas de ellas. En 1985 cientos de personas respondieron con total solidaridad a la campaña "Dé su mano por un desaparecido". Nos instalamos en la Peatonal y las personas se acercaban para dibujar su mano y escribir en ella un mensaje de justicia y aparición con vida de los desaparecidos. También, ese año manifestamos en el Cementerio Parque, con la presencia de Hebe de Bonafini, contra las exhumaciones, impidiendo se concretara la medida judicial.

Otro hecho importante, fue cuando nos citaron a la Base Naval, para testimoniar sobre el secuestro de nuestros hijos. En respuesta, enviamos una carta documento en la cual nos negábamos a ir a ese lugar y exigíamos que concurrieran a nuestros domicilios. A fines de noviembre llegaron a cada una de nuestras casas. Nos habíamos puesto de acuerdo para revertir la situación: nosotras nos instalábamos en la casa de la madre citada y esperábamos juntas la llegada del oficial a cargo del interrogatorio; el coraje de nuestros hijos desaparecidos nos hizo convertirnos en jueces y ser nosotras quienes interrogáramos. Logramos que "ellos" nerviosos y temerosos, arrinconados en nuestras cocinas, sin ningún asiento, rápidamente dieran por concluido el “interrogatorio” a la madre citada.

En el año 1986 la resolución del Juez Collins, que decretó la prisión preventiva de Hebe de Bonafini, nos llevó a manifestar frente a Tribunales con un gran apoyo de los medios.

Otra de las manifestaciones importantes fue en el año 1987 con motivo de la Conferencia de Ejércitos Americanos. Alrededor de 1000 personas encabezadas por Madres locales y de Capital, y varios dirigentes uruguayos y chilenos, marchamos desde la Peatonal San Martín hasta el Hotel Provincial. Allí permanecimos concentradas por espacio de 30 minutos, intentando avanzar hacia las puertas de acceso del hotel, custodiadas por una veintena de soldados. Se entonaron cánticos contrarios a los militares y Hebe, megáfono en mano, improvisó un breve discurso.

En verano, la llegada de turistas posibilitaba una buena difusión de nuestra lucha a todo el país, a través de la proyección de películas, realización de charlas y debates, en la calle. También, un compromiso de todos los años, fue nuestro acto en la Peatonal, con la presencia de nuestra presidenta Hebe de Bonafini; cada año este acto repercutía con mayor intensidad, reflejándose en los medios de prensa y de radio, que solicitaban entrevistar a Hebe.

También, concurríamos a los Encuentros Nacionales de Madres de Plaza de Mayo, que se realizaban aproximadamente cada seis meses en las distintas filiales: Santa Fe, Gualeguaychú, San Juan, Mendoza, Tucumán, Neuquén, Rosario, Capital y nuestra ciudad. Allí nos enterábamos de la situación política y económica de cada provincia. Fijábamos a través de un documento público nuestra posición ante el gobierno nacional. Además, nos comprometíamos a desarrollar una serie de actividades hasta el próximo encuentro.

Cada 24 de marzo fue y es motivo para realizar una jornada en repudio al golpe militar, con gran concurrencia de público que se detiene a conversar con nosotras o a leer la galería de represores con las fotos de ellos y su prontuario.

Durante los años noventa, con la gran desocupación que hubo en nuestro país, a raíz de las políticas económicas de Menem y Cavallo, los trabajadores que se quedaron sin empleo, comenzaron a cortar las rutas y calles. Las manifestaciones de los piqueteros también se realizaron en Mar del Plata, una de las ciudades más afectadas. Nosotras acompañamos esas manifestaciones, llevando nuestra solidaridad al movimiento de desocupados. De igual manera, los obreros del puerto nos llamaban cuando realizaban protestas por despidos injustificados o aumentos de salarios. También, los estudiantes, maestros y profesores de los colegios primarios y secundarios que quisieron conocer nuestra lucha, organizaron charlas, invitándonos a que participáramos. Desde 1992 nos abrieron un espacio radial en FM Residencias, que lo titulamos "Por la memoria", donde los distintos artículos del periódico de madres, los graves sucesos del gatillo fácil, el hambre o la desocupación han ido desfilando por la radio.

Además, en el año 2000 se creó la Universidad Popular de Plaza de Mayo en Capital Federal. Una de las propuestas de la Universidad era llevarla a los lugares donde estaban las filiales. Fue así que realizamos un seminario de “Educación Popular” en el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, con profesores de dicha Universidad. La convocatoria fue enorme y debimos realizar otro seminario para aquellos que no lo pudieron hacer en su momento. También, con el grupo de apoyo hemos podido desarrollar el programa de radio semanal La voz de los Pañuelos en FM La Azotea y una revista bimensual bajo el mismo nombre, entre otras actividades.

En tantos años de lucha fuimos cambiando y creciendo. De la búsqueda de nuestros propios hijos, esposos o hermanos pasamos a la lucha por los 30.000 desaparecidos, por los desposeídos, por los niños que se mueren de hambre y por todos aquellos por los que lucharon nuestros hijos y dieron su vida. Los amamos y los seguiremos amando con todo nuestro corazón, son la fuerza y la luz que ilumina nuestro camino.

Asociacion Madres de Plaza de Mayo, Filial Mar del Plata.

"Angelita"

Si yo la pudiera ver ahora le diría que me siento muy orgullosa de lo que hizo. A pesar de que le costó la vida, ella hizo lo que creía mejor. Ella pensó mucho en los demás”. Angelita habla de Adriana y se emociona. Sus palabras se impregnan de dolor, de melancolía. “Hoy me arrepiento de no haberla comprendido. Lamento que ella se haya llevado esa imagen de mí, y por eso seguí luchando, por eso no me quedé en casa. Antes no veía tantas injusticias. Tenía razón de luchar”, asegura. Entonces ella, junto a las Madres a quienes les habían arrebatado sus hijos, levantaron sus banderas y continuaron su combate en busca de la igualdad y la justicia que estaban desaparecidas en épocas de dictadura. “Nuestros hijos nos parieron a la lucha”, señala hasta el cansancio Hebe de Bonafini. De eso se trata.

Cuando se le pregunta por sus proyectos, Ángela Barili de Tasca anuncia: “seguir luchando”. Lo hicieron las mujeres de emblemáticos pañuelos blancos durante la dictadura militar, desafiando a generales y genocidas, faltando el respeto a sus políticas autoritarias, y a pesar de los años transcurridos y el dolor que no calma, en eso siguen.

Adriana militaba en Montoneros, vivía al igual que Gaspar, su compañero apodado “Quinto” por ser el número cinco de los hermanos, en La Plata donde sólo le quedaba un año para recibirse de abogada. Angelita no sabía de su militancia, se enteró con el tiempo. “Era una chica sumamente valiente”, afirma con fuerte convicción. “Ellos sabían lo que les podía pasar. Pero tenían tan metido adentro lo que ellos querían que les parecía que lo iban a lograr. Tenían tantas ilusiones, tanto entusiasmo... Eran personas muy inteligentes”, los describe. Pero como toda una generación que peleó por sus ideales, Adriana, embarazada en ese entonces, fue detenida y aún se encuentra desaparecida.

Sin embargo, durante meses Angelita le guardaba ropa a su hija, “la más cómoda”, para cuando blanquearan su detención, y le avisaran donde estaba, poder ir a verla.

Pisar Plaza de Mayo por primera vez. Corría el mes de agosto de 1978. Épocas macabras que necesitaban ser resistidas. “Mi marido en ese entonces tenía coche, fuimos con Mabel (Herrera) a Buenos Aires”. Eran las tres de la tarde, Plaza de Mayo estaba poblada de desconocidas, pero un mismo motivo las había convocado. “De repente a las 15.30 se empezaron a levantar unas mujeres y se pusieron los pañuelos. Nosotros nos pusimos a dar vueltas también”. Los tres lloraron toda la media hora que duró la marcha. “De emoción”, confiesa.

Pasarían los días, transcurrirían meses, se amontonarían los años, pero la lucha seguiría intacta. “Ninguna de nosotras pensó que nunca más veríamos a nuestros hijos. Siempre luchábamos con esa esperanza, de que los chicos estaban con vida”, manifiesta.

Las Madres pedían solas por sus hijos. “No teníamos miedo, yo siempre digo que era una inconsciente”, cuenta. “Queríamos que la gente se enterara que nos faltaban nuestros hijos”. Ellas continúan las marchas, no dejaron de usar sus pañuelos. “Cuando hacemos la Marcha, nos parece que nuestros hijos están a nuestro lado. Yo siempre digo que es una cita de honor que tenemos con ellos. Ellos caminan a nuestro lado”, mencionó Angelita.

El jueves 9 de febrero del 2006 Angelita obtuvo “lo que más deseaba en el mundo”. Se enteró que su nieto la buscaba y esa misma noche lo conoció. “Él es más lindo que el padre. Se parece a mi hija en lo introvertido”, lo describe.

Ese día Angelita había trabajado a la mañana, Bruno, su marido, se había acostado, ella atendió el teléfono. La llamó su hija y le dijo que preparara café. Cuando bajó a abrir la puerta su hija Ana estaba con Estela Murgier, abogada de Abuelas y amiga de Adriana y Quinto. La pregunta fue de su hija: “¿mamá qué es lo que más desearías en el mundo?”. “Encontrar a mi nieto”, respondió. “Ya lo encontramos”, le reveló Ana. El abrazo siguió con gritos, saltos y hasta baile.

Sebastián se enteró que era adoptado a los 22 años. Cuando murió el apropiador a mediados del 2005 se encontró en el velatorio con primos a quienes hacía mucho no veía: ellos le dijeron que podía ser hijos de desaparecidos. Comenzó la duda. Vio en la página web de Abuelas las fotos de Adriana y Quinto. Llevó la inquietud primero a Madres, luego a la sede de Abuelas, y cuatro meses después de realizarse el estudio, supo que eran sus padres. Quiso conocer enseguida a su familia biológica, preguntó si tenía abuelos y viajó hacia Mar del Plata. “Ya no era alegría, yo estaba eufórica, era una cosa desbordante”, reveló Angelita.



Encuentre estearticulo junto a muchos otros en nuestra revista Nº3 de "Madres, la voz de los Pañuelos Mar del Plata"

sábado

Nuestras Consignas

ASOCIACION MADRES DE PLAZA DE MAYO

NUESTRAS CONSIGNAS

Reivindicamos la lucha revolucionaria de nuestros hijos
Las Madres de Plaza de Mayo reivindicamos a nuestros 30.000 hijos desaparecidos sin hacer distinciones. Las Madres de Plaza de Mayo reivindicamos el compromiso revolucionario de nuestros hijos y levantamos esas mismas banderas de lucha.
Creemos que sólo la revolución traerá una verdadera democracia con justicia social y dignidad para nuestros pueblos.

Nuestros hijos viven
Las Madres de Plaza de Mayo sabemos que nuestros hijos no están muertos; ellos viven en la lucha, los sueños y el compromiso revolucionarios de otros jóvenes. Las Madres de Plaza de Mayo encontramos a nuestros hijos en cada hombre o mujer que se levanta para liberar a sus pueblos. Los 30.000 desaparecidos viven en cada uno que entrega su vida para que otros vivan.

Cárcel a los genocidas
Los pueblos tenemos el derecho a rebelarnos contra toda injusticia. No puede existir democracia y libertad sin justicia. Las Madres de Plaza de Mayo luchamos contra la impunidad y exigimos "Cárcel para los Genocidas". Sabemos que estos jueces corruptos que tenemos jamás harán justicia. Pero las Madres creemos que alguna vez el pueblo condenará a los asesinos.

Rechazamos las exhumaciones
Las Madres de Plaza de Mayo rechazamos las exhumaciones porque nuestros hijos no son cadáveres. Nuestros hijos están físicamente desaparecidos pero viven en la lucha, los ideales y el compromiso de todos los que luchan por la justicia y la libertad de sus pueblos. Los restos de nuestros hijos deben quedar allí dónde cayeron. No hay tumba que encierre a un revolucionario. Un puñado de huesos no los identifica porque ellos son sueños, esperanzas y un ejemplo para las generaciones que vendrán.

No aceptamos que se le ponga precio a la vida
Nuestros hijos nos enseñaron el valor que tiene la vida. Ellos la pusieron al servicio de todos los oprimidos, de los que sufren injusticias.
Las Madres de Plaza de Mayo rechazamos la reparación económica y decimos que la vida sólo vale vida. Que la vida sólo vale algo cuando la ponemos al servicio del otro. La vida de un ser humano no puede valer dinero, y mucho menos la vida de un revolucionario. Lo que hay que reparar con justicia no se puede reparar con dinero. Los radicales y menemistas que perdonaron a los asesinos, ahora quieren tapar sus crímenes con dinero. Nadie le va a poner precio a la vida de nuestros hijos. Las Madres de Plaza de Mayo seguiremos afirmando que los que cobran las reparaciones económicas se prostituyen.

Rechazamos los homenajes póstumos
Rechazamos las placas y los monumentos porque eso significa enterrar a los muertos. El único homenaje posible es levantar sus banderas de lucha y continuar su camino. Los homenajes póstumos sólo sirven para que los que garantizaron la impunidad, hoy laven sus culpas. El único monumento que podemos levantar es un inquebrantable compromiso con sus ideales.


La falta de trabajo es un crimen
La falta de trabajo es un crimen. Son criminales los empresarios que dejan sin trabajo a millones de hombres y mujeres. El terrorismo siempre esta organizado por los grupos económicos. Ellos nos quieren convertir en esclavos. Las Madres de Plaza de Mayo creemos que los desocupados son los nuevos desaparecidos del sistema. El trabajo digno es un derecho que nadie nos puede quitar y por el que debemos luchar siempre.

Las Madres de Plaza de Mayo no aceptamos candidaturas
Las Madres de Plaza de Mayo sentimos que vivimos otros tiempos. Hay un nuevo escenario en América Latina y sentimos el deber de acompañar ese cambio en nuestra patria. Porque si los pobres no votamos, la oligarquía corrupta crece de la mano de Menem, Macri , y López Murphy.
Las Madres convocamos al pueblo para que cada uno elija su candidato, analice sus propuestas y exija que se cumplan los compromisos electorales
Las Madres de Plaza de Mayo no aceptamos cargos políticos porque nuestra mejor candidatura nos la dieron nuestros hijos: ser Madres de Revolucionarios.


La lucha de los pueblos del mundo es nuestra propia lucha
Las Madres de Plaza de Mayo nos hicimos internacionalistas y apoyamos la lucha revolucionaria de todos los pueblos que buscan la liberación. Sabemos que estamos en el camino correcto y que aunque ninguna de nosotras llegue a ver el resultado, estamos sembrando ideales para que otros cosechen sueños y esperanzas en un mundo más justo y solidario.

Luchamos por la unidad latinoamericana y contra el imperialismo.
Las Madres de Plaza de Mayo creemos en la necesidad de la unidad latinoamericana. Sabemos que la unidad fraternal y combativa de los pueblos de América Latina, es la única herramienta para enfrentar el imperialismo norteamericano. En estos dos últimos siglos, la tragedia genocida que el capitalismo descargó sobre nuestros pueblos tiene un nombre: el imperialismo norteamericano, régimen terrorista que intenta someternos a una esclavitud perpetua.


Creemos y luchamos por el socialismo.
Las Madres de Plaza de Mayo sentimos que la única solución para los pueblos del tercer mundo y, en particular para nuestra América Latina, es el socialismo.
La revolución socialista es el único sendero de construcción de un mundo más justo y solidario. La lucha contra el capitalismo es la tarea obligada de todos los que sueñan con una humanidad que no se sostenga sobre la explotación, la esclavitud y la miseria de otros seres humanos.

Mabel Herrera


Cristina la impulsó a la lucha. Fue el motivo que Mabel tuvo para caminar horas y días Plaza de Mayo. La razón se multiplicaría 30 mil veces. Enfrente, desde el palacio rosado, el poder militar se encargaba de dirigir una realidad donde el miedo había sido instaurado, el horror sacudía a diario y la muerte se convertiría en cómplice de los Falcon verdes y los generales de turno. Los detenidos luego serían desaparecidos. Pero no pudieron borrar su identidad, sus anhelos, su lucha, que fuera reivindicada en cada marcha, cada Madre, cada Abuela. Pañuelos blancos, pies cansados, llanto que nubla la vista, coraje que nace del dolor del cual supieron ser compañeras. Los jóvenes de la década del ‘70 lucharon con la convicción de que era posible “un poco de igualdad entre las personas”. Pensar, sentir, organizarse, eso les costó la vida. “Ella quedó en venir el 31 de diciembre del 77’, cuando no vino pensamos lo peor”, retoma el relato Mabel. Los medios de comunicación de la época optaban por el silencio, sin embargo, un diario le revelaría a Mabel la verdad de lo sucedido. El relato se impregna de dolor. “Una vez leí en el diario que dos chicas estaban esperando el ómnibus hasta que las interceptaron. A una la apresaron, y la otra corrió una cuadra. A mí me parecía verla, verla a Cristina correr”. Su presentimiento la llevó hasta La Plata. Se dirigió a la dirección que figuraba en el periódico. “Todos me decían que estaba loca”, señaló. Ella fue igual. Le dijeron que había sucedido una cuadra más allá, en una esquina donde había una ferretería. Le consultó a una señora de aquel comercio. “Me miró con una angustia... y me dijo: ‘¿usted sabe?, pasamos las peores fiestas de nuestras vidas, la tristeza que teníamos... sí, había una chica, ¿sabe la cantidad de policías que la rodearon?... era impresionante, para una sola chica, era impresionante. Ella pedía por su hijita, lloraba y decía que la dejaran ir porque tenía una hijita. Cantidad de policías se la llevaron ’”. La voz de Mabel se entristece. “Era Cristina”, dice. El recuerdo de aquella juventud de la cual su hija formaba parte la reconforta. “Pobres, ellos que soñaban tanto… Todos me decían, mi hija me decía, que querían tener una casita, un buen sueldo, mandar los chicos al colegio y nada más. Si no piden nada más, si con eso están felices, me decía Cristina”.

“Ellos luchaban tanto por eso… lloraban a veces, sentían la lucha en el alma, en el corazón”, asegura. Esa pelea era incorruptible. “Era una justa lucha para que haya un poco de igualdad entre las personas.. Ellos no se querían equiparar a esa riqueza tan grande, querían vivir decentemente”, sostuvo Mabel y enseguida añadió: “Dios quiera que esa lucha se concrete, pero va a ser difícil, porque los que tienen mucho, mucho, no quieren resignar nada”. Cuando sus hijos no aparecían, las Madres se volcaron a Plaza de Mayo y se apropiaron de ella.. “Al principio estábamos rodeadas de policías, lo único que les faltaba era traer cañones”, ilustra Mabel. Después la presencia policial se dirimiría. “Si no hacíamos nada, marchábamos nada más”, indica Mabel. “Nada más y nada menos… era una marcha tranquila, nunca fuimos violentas, la marcha parecía tranquila aparentemente…”, recuerda. El significado iba mucho más allá.

Las Marchas de la Resistencia marcaron la historia. Mabel indaga en el pasado y señala: “íbamos a Buenos Aires o a cualquier marcha, íbamos llenas de ilusión, que algo bueno se iba a producir. Así luchábamos cada vez más”, queda ilustrada, en las palabras de Mabel, la fuerza que Madres y Abuelas desplegaban al viento, a pesar del frío, a pesar de la lluvia. “Una vez –prosiguió Mabel- que viajamos juntas con Angelita, cuando llegamos a la Plaza había tanta gente, tanta, tanta, que nos pusimos a llorar, de emoción, de alegría. Pensábamos ‘toda esta gente va a empujar, va a pasar algo, vamos a saber algo’. Pasaban los días y no, siempre igual”.

Las Marchas marcarían un nuevo camino. “Trajo un poco de alivio, dentro del horror se hacía más llevadero”, destacó Mabel. Las Marchas de la Resistencia han llegado a su fin, pero la firmeza al denunciar a los genocidas, y la tenacidad para seguir exigiendo que la memoria se mantenga viva, y seguir requiriendo verdad, están intactas. “Todavía hoy seguimos pidiendo justicia”, asevera Mabel. La lucha de las mujeres de pañuelos blancos e ideales insobornables se mantiene aún latente.



Encuentre este articulo, junto muchos otros en la revista Nº2 de Madres, La voz de los Pañuelos Mar del Plata.Para adquirirla acerquese a nuestra marcha los jueves, frente a la catedral a las 16.00 hrs. o envienos un mail a grupoapoyomadres@gmail.com y nos comunicaremos para informar sobre puntos de venta o acercarte la revista.





viernes

Guillermo Berdini

“Guillermo era una persona especial”, revela Chiqui cuando le preguntan por su hijo. “De chiquito era vago, pero siempre pensaba en su amigo. ‘Mamá dame (plata) para la pelota porque el otro no puede comprarla…’ Siempre fue así”, explica ella mientras indaga en los recuerdos.

Guillermo Berdini siempre se destacó donde estuvo. Como estudiante en el secundario, como miembro del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) donde militó y hasta fue un soldado predilecto cuando le tocó realizar la colimba. Son las vueltas de la vida. Las mismas que lo llevaron a saludar, frente a frente a Isabelita Perón y López Rega. Herminia Soledad Pereda de Berdini, o sólo puede llamársela Chiqui, asegura que para aquel encuentro le compró ropa especialmente, aún la conserva.

Un recorrido por los primer años de la vida de Guillermo lo muestra “muy inteligente, aunque no le gustaba mucho estudiar”. Tras la finalización del secundario vino a Mar del Plata con sus padres, Chiqui y Pepe. Hizo la colimba en la Aeronáutica de esta ciudad, relata una de las primeras Madres de Plaza de Mayo que se comenzaron a congregar en la ciudad.

Después de finalizar la colimba lo nombran coordinador de todos los hoteles y bungalows en Chapadmalal. “No podía, le había agarrado como un sumenash, entonces renunció y lo pusieron de intendente en el número dos. Fue cuando vinieron López Rega e Isabelita. Le tuve que comprar pilchas, algunas las tengo guardadas todavía: un saco blanco, un pantalón azul, una corbata a rayas. Ni sabíamos quién era López Rega. Qué destino tienen los seres humanos...”.

. Después terminó la temporada y lo sacaron a la Cámara a sacar leyes, de Diputados me parece. Pero duró poco tiempo”. Sin irse de Buenos Aires, comenzó a trabajar en una fábrica y también a militar. “Me parece que militaba hacia los montos, porque estuvo diez días preso con otros compañeros de la fábrica, que nunca lo supe yo”.

Luego Guillermo regresó a Mar del Plata a vivir con sus padres al hotel que tenían ubicado en Tucumán entre Castelli y Garay, al lado de un destacamento policial. “Empezó a trabajar con el padre y a militar en el PST, contó Chiqui.

Guillermo fue secuestrado en dos oportunidades. La primera vez estuvo cinco días encerrado, tras el segundo secuestro, aún se mantiene desaparecido.

En la madrugada del 29 de octubre de 1976, tocaron el timbre en el hotel. Chiqui se levantó pensando que se trataba de pasajeros. “Tres tipos eran: dos con caras de gitanos, como decía mi marido, y uno rubio que mirá quién era: Astiz. Me dicen: ‘señora venimos por una cuestión de rutina’. Como no estaba Guillermo estaba tranquila”, reveló.

El joven estaba en casa de sus suegros. Hacía un mes y nueve días que se había casado con Julia. Guillermo regresaría después de comer. “Vino a las dos de la tarde. Pepe sentado en la cabecera de la mesa me dijo que había llegado Guillermo, y en lugar de venir para la puerta nuestra, enfoca para la de la comisaría. Apareció Julia como loca: ‘Don Pepe, Don Pepe, Guillermo quedó detenido’. Mi marido salió como tiro. Teníamos las calles valladas y había dos o tres armados”.

Guillermo estaba en un escritorio. Le dijeron que se quedara tranquilo, que había una orden de la Marina para que quedara detenido por averiguaciones de antecedentes. Antes de llevarlo personal militar fue al hotel. “Nos dijeron que nos quedáramos tranquilos, que si no tenía nada, pronto saldría”, contó Chiqui.

Estuvo cinco días detenido en la Base Naval. “Lo trajeron otros milicos. ¿Vio señora que quien nada tiene pronto sale?. Acá lo tiene, lindo y gordo como se lo llevamos, un poco despeinado’”, le habían dicho. “Estaba despeinado”, recuerda. El motivo sería la capucha que le habían colocado. En la base recibió torturas psicológicas y muchas preguntas.

El 3 de noviembre lo habían soltado, y el ocho volvieron a secuestrarlo. “Lo agarraron frente al Automóvil Club cuando estaba con mi marido por pagar el impuesto al automotor. Se cruzó un Falcon y los encerró”. No supo nunca más de él.

Pasaría mucho tiempo para que Chiqui se diera cuenta no lo volvería a ver. “La esperanza duró años, años...”, sostiene. “Dicen que tiempo consuela, no es que consuela, sino que te da paz”, añade enseguida.

Las pilchas que decidió comprarle a su hijo para recibir a López Rega e Isabelita en el complejo de Chapadmalal donde era intendente del hotel número dos, aún están guardadas. Chiqui sabe que Guillermo no volverá a usarlas, pero no se deshace de ellas, sabe que su hijo la sigue acompañando.


Encuentre este articulo y muchos otros temas en la revista Nº4 de nuestra revista Madres la voz de los pañuelos


Jorge Roberto Candeloro

Memorias de un hijo presente

Cuando se habla de mi padre siempre se lo hace con este título ¨ el caso Candeloro ¨, Jorge Roberto Candeloro fue secuestrado en la fatídica Noche de las corbatas junto a mi madre y otros abogados laboralistas de Mar del Plata. Había estudiado derecho en la Facultad de La Plata y era militante del PCR, Partido Comunista Revolucionario, a pesar que sus actuales ¨camaradas¨ niegan que haya sido así, pero esa es otra historia que no vale la pena contar.

Mi padre nació en Mar del Plata, se dedicó siempre al derecho laboral, formaba parte de la Gremial de abogados y trabajó junto al Doctor Centeno que fue el co-autor de la Ley de Contrato del Trabajo, como alguna vez yo mismo escribí acerca de mi padre y de los abogados laboralistas desaparecidos ¨el objetivo de la noche de las corbatas fue eliminar a un grupo de abogados que además de defender los derechos humanos y de los trabajadores entorpecían el accionar del poder económico y del Plan Martínez de Hoz¨. Mi padre molestaba a los intereses políticos locales, porque defendía los derechos de los trabajadores, fue abogado del sindicato de prensa y del combativo sindicato de minas y canteras junto al Doctor Zavala Rodríguez.

Después de la bomba que le pusieron en el estudio, junto a mi madre, mi hermana y yo, decidió irse al sur, más precisamente a Neuquén. Ahí continuó su trabajo de abogado laboralista y hasta ahí fueron a buscarlo. Lo trasladaron a Mar del Plata junto a mi madre. Marta Haydeé García de Candeloro fue liberada 6 meses después, un 8 de diciembre de 1977, mi padre jamás apareció.

Bertolt Brech dijo una vez : "Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son imprescindibles".

Me gusta pensar en él como en un ¨imprescindible¨, alguien digno que se fue para que este mundo sea más habitable, si, es verdad, también perdí a mi papá, una figura paterna y miles de cosas más, pero…cuando pienso en él y en sus compañeros desaparecidos me doy cuenta que no solo nos privaron de conocer a nuestros padres, sino a todos de un futuro mejor. Apenas tengo tres fotos con él, sacadas un poco antes que lo fueran a buscar, las atesoro como a nada en mi vida y son la prueba gráfica de que mi padre alguna vez me sonrió.

Porque lucho hasta sus últimos días, por que no había ninguna flexibilización laboral que lo doblegara, porque fue fiel a sus principios, porque quiso equilibrar la balanza, porque intentó cambiar las cosas, por que fue capaz de dar su vida por sus ideales y por que lo extraño. Es por eso que hoy lo recuerdo. No te preocupes papá, la justicia que no encontraste, hoy la estamos reclamando. Porque nacimos en su lucha, vivirán en la nuestra.

Juan Marco Candeloro
Periodista e hijo de Jorge Roberto Candeloro, abogado laboralista,
desaparecido en ¨La Noche de las Corbatas¨.


Encuentre este articulo, junto a muchos otros temas, en la revista Nº3 de Madres La voz de los Pañuelos.

Maria del Carme Maggi, "Coca"

La secuestraron, torturaron y asesinaron, por haber implementado un proyecto universitario, que no era el de los ideólogos del terrorismo de estado

Porque el terrorismo de estado se instala en Argentina con la aparición de la Triple A, después de la muerte de Perón.

Coca, fue Secretaria General y Decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica de Mar del Plata donde, se generaron cambios trascendentes desde mayo del 73 en la educación universitaria local. Para recordarla, es bueno resaltar los logros de esa gestión, que tuvo como rector al Dr. Hugo Amilcar Grimberg.

Esa universidad católica fue tomada por el estudiantado a principios de mayo del 73, antes de la Asunción de Campora a la presidencia de la republica, y el eje fue político-reivindicativo, porque se pedía la derogación del arancelamiento, que no era poca cosa en una universidad privada.

La asamblea estudiantil que desplaza a las autoridades de la universidad católica, cuenta con la adhesión de Coca Maggi desde el comienzo. Convirtiéndose en la referente docente del estudiantado, y durante su gestión, ya como autoridad esa casa de estudios, se logran conquistas para los universitarios: la derogación del arancelamiento (llámese matricula, cuotas, permisos de examen ) y la eliminación del examen de habilitación profesional para la carrera de abogacía. Fue un hecho trascendente, al punto que se podría decir que se contabiliza como el único caso en la historia de las universidades privadas Argentinas. Esto se gesto durante el periodo de mayo del 73 hasta fines del 75 que se nacionalizo.

Además, durante esa gestión, las cátedras se nutrieron de reconocidos profesores universitarios, referentes del pensamiento nacional, ante la huida de los representantes del liberalismo foráneo, que empezaron desde la sombra a boicotear dicho proceso de cambio, al igual que los grupos paramilitares, o parapoliciales, como el C.N.U., y los servicios de inteligencia. Ya entonces, año 73, empezaron las amenazas telefónicas, con el tema de las bombas, le siguieron los allanamientos, y después del 1º de julio de 1974 vendrían los secuestros y asesinatos por parte de las tres A y sus ramificaciones locales.

Proceso de Provincialización y Nacionalización

Coca Maggi, durante su intervención como Secretaria General de la Universidad, participo activamente en el proceso de integración de la Universidad Católica y la Provincial de Mar del Plata. Así es que su papel protagónico para consolidar ese proceso de educación popular en mayo del 73 la llevo a frecuentar con funcionarios del gobierno provincial y nacional, donde demostró su inteligencia y capacidad en pos del objetivo fijado: la integración de las Universidades.

Fue ahí donde su accionar comprometido con la causa nacional: gratuidad de la educación, genera sus primeros enfrentamientos con los grupos que defendían una educación para pocos. Por entonces, aparecen las corporaciones, planteando la inconveniencia del proyecto porque afectaba sus intereses, recomendando el arancelamiento o el cierre de abogacía, lo que la Licenciada rechazo de plano. Era un funcionario de firmes convicciones.

Por todo lo expuesto, es que hay que quebrar el mandato del terrorismo de estado, que solo pretende que se la recuerde a Coca Maggi, como estudiante medalla de oro.

Además debemos denunciar, que su empleada particular, también fue secuestrada a los pocos días, y reviste en calidad de desaparecida, su nombre es Mercedes Long

Encuentre este articulo, junto a muchos otros, en la entrega Nº 2 de nuestra revista, Madres La voz de los Pañuelos.

Gregorio Natchman

Gregorio Nachman fue un hombre que, desde su lugar, que era el de la cultura y especialmente el teatro en la ciudad de Mar del Plata, realizaba su aporte para intentar cambiar las condiciones de la sociedad en la que le tocaba vivir. Lo que hacía era justamente llevar el arte a los lugares adonde a veces no llega. Un arte que invitaba a la reflexión y a la acción. Ese compromiso social y político, en la época en que le tocó vivir era considerado subversivo por parte de los genocidas que usurparon el poder hace treinta años y por eso se lo llevaron, un 18 de junio de 1976. Eduardo Nachman, recuerda que su padre “era un tipo muy gracioso y muy humorista, buscando en el humor no la agresión ni la victimización del otro, sino que el asunto era más payasesco. Le gustaba jugar al truco y a la escoba de quince a menos que tiene su arte y que está bueno. Era un tipo al que le gustaba el deporte. Como hincha de Argentinos Juniors -aunque no pudo saborear muchas victorias-, me hizo ver y valorizar el buen fútbol. Quizá yo me hice de River viendo el buen fútbol que él me decía que tenía que ver. También le gustaba jugar al voley, a pesar de su baja estatura”.

Desde el teatro fue que Nachman asumió su compromiso político. Pero tenía una versatilidad para actuar en distintas actividades culturales. Su hijo evoca a “un director con una polenta impresionante para generar obras de teatro, teniendo o no una sala a disposición, promoviendo actividades culturales no solamente desde el teatro sino también desde la música. Fue quien les dio el escenario a Pedro y Pablo y a Sui Generis y se encargó de organizar la movida cuando iban quince o veinte personas a ver a Pappo o a Aquelarre en el teatro Olimpia de la calle Rivadavia 2380, que fue él último lugar en donde estuvo, en donde generó incluso dos salas. Ahí funcionó el primer Café Concert para chicos, que se llamaba el Chupetín Concert. Era un tipo que generaba permanentemente acciones culturales, aunque fueran más allá del teatro.

Cuando lo secuestraron, justo un día antes del día del padre de 1976 era un sábado. Gregorio Nachman había salido a comprar las cosas para hacer un asado para compartir con su familia al día siguiente. De los asesinos, Eduardo Nachman sabe que “fueron los responsables militares de acá, sabemos de Barda y compañía. Pero por el operativo que se llevó a cabo de fuerzas conjuntas, no se puede hablar de un responsable directo con nombre y apellido. Si me acuerdo de un vecino de Colón y San Juan que vio el operativo e individualizó, en el coche Peugeot 504 en el que se llevaban a mi viejo, a Walter Mercado que fue conocido como pianista acá en Mar del Plata. También se supone que mi padre fue visto en el Pozo de Banfield o en el Protobanco – en el Gran Buenos Aires, frente a El Vesubio, pero no tenemos certezas de esos testimonios porque no provienen directamente de los sobrevivientes.

De Gregorio Nachman queda el recuerdo y la importancia de un hombre que, como recuerda su hijo Eduardo, “si bien no tenía una militancia orgánica, estaba muy comprometido con muchos sectores. Podía darle el micrófono al Padre Mujica o proyectar la película de Pino Solanas La hora de los Hornos; como también salir de garante de muchos militantes de los ´70 porque trabajaba en una inmobiliaria o darle un espacio en el escenario a Luis Conti -actor, ligado al PRT-ERP-, también desaparecido con él, el 19 de junio de 1976. Esa era su militancia. Me acuerdo de aquel “marplatazo” del 19 de junio de 1971, cruzando su vieja Estanciera en el medio de la calle, simulando que estaba descompuesta, como para que no pase la milicada, obstaculizando el paso y simulando choques con el viejo Citroen de Alberto Bruzzone. Esa era su manera creativa, su militancia inorgánica desde lo partidario pero orgánica desde los movimientos sociales. Fue uno de los promotores de usar de escenario un tablado sobre la base del acoplado de un camión; o un primero de mayo de 1972 durante la dictadura de Lanusse, entre las parrillas de Parque Camet, hacer una obra de teatro de fuerte contenido político. Le gustaba llevar el teatro a las villas, a los barrios. Estaba convencido de que el teatro no podía ser un ámbito de élite. El abría el teatro a todos los querían entrar y si la gente no iba al teatro, el teatro iba a la gente”.


Encuentre este articulo y muchos otros temas, en la entrega Nº1 de nuestra revista, Madres, la voz de los pañuelos MdP.

3º Feria del Libro, Mar del Plata Puerto de Lectura.


Agradecemos a todos aquellos que en el marco de la 3º Feria del Libro, Mar del Plata Puerto de Lectura, se acercaron al stand del Instituto Movilizador de fondos cooperativos, donde tuvimos nuestro espacio.
Fue muy interesante y gratificante ver a nuestras Madres conversar con los chicos y adolescentes de las escuelas se acercaban a hacerles preguntas, saludarlas o simplementes sacarse una foto.
La Feria, nos da cada año la posibilidad de mostrar las nuevas publicaciones de la Editorial de las Madres, este año en el marco de los 30 años de Madres hay muchas novedades editoriales. Nuestra consigna, Distribucion de la Riqueza YA! estubo prensente, no es solo una consigna, es un pedido, una exigencia y es nuestro deber elevarlo y hacer que se cumpla.

La Voz de los Pañuelos

Esta semana sale a la venta, la revista numero 8 de la Asociacion Madres de Plaza de Mayo, Mar del Plata.
Con un Sumario interesante que abarca temas locales y nacionales.
Seeciones clasicas de la revista, Historia de un Luchador, Historia de las Marchas de la Resistencia, Galeria del Represor, Madre no hay una sola, y muchos otros temas.
Como siempre, la publicacion puede adquirirse los jueves en la tradicional marcha de la Madres, frente a la catedral marplatense. a las 16.00 hrs. O pueden enviarnos un mail a
grupoapoyomadres@gmail.com y con gusto nos contactaremos.