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Nuestra Historia

Nuestra lucha de 30 años venciendo a la muerte.

El golpe militar de 1976 fue el más sangriento de nuestra historia. Mar del Plata constituyó una de las ciudades más castigadas del país, pues en ella se concentró el emplazamiento del Ejército, la Marina y la Aeronáutica. Muchos estudiantes, obreros y profesionales fueron detenidos, torturados y desaparecidos en los campos de concentración diseminados por toda la ciudad.

Madres, padres y hermanos comenzamos a peregrinar, para saber dónde estaban detenidos, por comisarías, bases militares, juzgados, Iglesias. El Obispo local, por aquellos años Rómulo García, se negaba a recibirnos puesto que para él éramos comunistas. Sin embargo, delegó en el padre Pérez la tarea de recibir nuestras denuncias –quién sólo se limitaría a escuchar- y nos permitió reunirnos en las dependencias del CEDIER., en el Pasaje, no así en la Catedral: no podíamos trasponer la "Casa de Dios".

Apenas éramos cuatro madres cuando comenzamos a reunirnos en el año 1976. Ya ese mismo año, con el secuestro de más jóvenes, el grupo se iría incrementando. Al principio nos identificábamos por la ropa: la del tapado marrón, la de los zapatos grandes; luego nos fuimos familiarizando con nuestros nombres.

Pronto tuvimos que irnos del CEDIER. Los carros de asalto que se instalaban en las cercanías cada vez que nos reuníamos, las amenazas y las intimidaciones, la represión de los militares y de las fuerzas de seguridad sobre nosotras, la presión sobre sacerdotes y pastores, fueron motivos para peregrinar de una iglesia a otra: San Antonio, Santa Ana, la Iglesia Metodista, San José.

Si bien ya constituíamos un grupo numeroso, sabíamos que había más madres en igual situación que la nuestra, debido a que las encontrábamos en los tribunales o en la policía. Por eso, en el año 1977 publicamos un aviso en un diario local invitando a aquellas familias que tuvieran algún desaparecido a que participaran de nuestras reuniones. Fue así que logramos que las asambleas llegaran a convocar más de sesenta madres y familiares. La desesperación que compartíamos también nos sirvió para fortalecernos en la lucha. Al mismo tiempo, comprendimos que solas no lograríamos nada y que la solidaridad entre nosotras nos permitiría conseguir algún resultado en la búsqueda desesperada de nuestros hijos.

Uno de los pocos sacerdotes que nos recibió con amor fue el padre Doll, de la Iglesia Santa Ana, quién nos cedió un espacio para reunirnos cada sábado y tener un pequeño archivo. En estas reuniones podíamos compartir tanto nuestras angustias como las novedades sobre la búsqueda de los hijos. Cada vez que llegaba un nuevo familiar y nos preguntaba “¿hace cuánto te falta tu hijo?” quedaba horrorizado cuando alguna de nosotras respondía que faltaba desde hacía 3, 5 ú 8 meses. También, llevábamos una planilla por cada desaparecido de nuestra ciudad. En ella anotábamos los datos personales, el lugar y fecha de desaparición, un breve relato del secuestro y el nombre de quién hacía la denuncia.

También, en esas reuniones se decidían las actividades que realizaríamos y los viajes a Buenos Aires con el propósito de conectarnos con los organismos de derechos humanos. Esto fue importante para nosotras porque comenzamos a ver la real magnitud de las desapariciones y la crueldad e impunidad de los represores.

Nuestro objetivo era que la población tomara consciencia sobre la represión y las desapariciones sistemáticas ejercidas por los militares en su conjunto. En un principio, la población por miedo o por indiferencia era reacia a acercarse a nuestras mesas instaladas en la Peatonal. Allí, generalmente, realizábamos junto con los Organismos de Buenos Aires, campañas de firmas en reclamo por la aparición con vida de nuestros hijos, que luego enviaríamos al exterior. En esas oportunidades aprovechábamos para hablar con las personas que transitaban por el lugar, valorizando cada palabra solidaria que nos hacían llegar.

Otras actividades que hacíamos era escribir en los billetes “¿Dónde están los desaparecidos?”, para que circularan en los negocios; ir a las misas en la Catedral usando los pañuelos blancos para poner de manifiesto la ausencia de nuestros hijos. A partir del año 1981 nos organizamos para viajar en un micro alquilado, a las marchas de la Resistencia, en Plaza de Mayo. En el año 1982 sacamos nuestra primera solicitada en el diario La Capital, con las fotografía de nuestros hijos

En Mar del Plata habíamos decidido desde el año 1978 realizar las marchas como lo hacían las madres en Plaza de Mayo. El lugar elegido fue alrededor del Monumento a San Martín, en la Av. Luro. Dos motivos llevaron a cambiar de lugar: por un lado, los Falcon verdes que se apostaban cada vez que realizábamos una marcha, impidiendo que se acercaran más familiares para acompañarnos y, por otro, muy pocos transeúntes percibían que estábamos marchando en ese lugar. Por eso, decimos caminar en silencio a lo largo de la Peatonal San Martín hasta la costa y volver al punto de partida que era la Catedral.

Una de las marchas que recordamos fue, por ejemplo, el día de la Madre de 1981. Un número importante de madres, padres, hermanos, esposas nos concentramos en la misa de las 11 de la mañana, en la Catedral. Luego, marchamos por la Peatonal, nosotras con nuestros pañuelos blancos, y los hombres, que nos acompañaban, también lo llevaban pero atado a sus brazos. Las notas de los diarios indicaron que si bien no había policías uniformados, fuimos vigilados por agentes de civil.

En 1984 resolvimos, hasta la actualidad, que la marcha la hiciéramos en la explanada frente a la Catedral, todos los jueves a las cuatro de la tarde, como lo hacían las Madres en Plaza de Mayo.

Un suceso que conmocionó a nuestro país y a nosotras en particular, fue en 1982 cuando el General Galtieri declaró la guerra a Inglaterra, por las Malvinas. Nosotras nos opusimos a esa guerra porque sabíamos que iban a sacrificar muchas vidas jóvenes. Nos concentrábamos en la calle para manifestar nuestro desacuerdo con la guerra y para reclamar que “las Malvinas son argentinas y los desaparecidos también”.

Con la derrota de Malvinas, la sociedad empezó a reclamar una vuelta al proceso democrático. Para ese entonces Massera comenzó a promocionarse como un posible candidato político; para ello daba conferencias en distintas ciudades. En Mar del Plata, se hizo en el Hotel Hermitage. Se decidió concurrir, pero sólo madres y esposas, pues habíamos sido advertidas de las provocaciones de los custodios de Massera, en otras ciudades; para poder entrar sin que nos detuvieran, no nos pusimos el pañuelo. Cuando finalizó la primera parte de la charla hizo una pausa para tomar café, nosotras fuimos las únicas que no aplaudimos y aprovechamos para ponernos el pañuelo. Cuando nos vio, no quiso salir más a terminar la charla, pues tenía miedo de nuestra reacción: las únicas armas que poseíamos eran la verdad y los pañuelos blancos, que repercutían en su conciencia de asesino. La persona que lo presentaba nos pidió que nos calmáramos, como si eso fuera posible. Finalmente, salió Massera y dio por concluida la charla.

Con el anuncio de las elecciones en el año 1983, las madres y los familiares decidimos hacer un recurso de Habeas Corpus, en favor de los desaparecidos. En él exigíamos que se aclarara la situación legal de nuestros hijos, debido a que figuraban en los padrones electorales. Además, cuando llegó la fecha de las elecciones nos presentamos en las mesas donde figuraban nuestros hijos y esposos, para denunciar que habían sido secuestrados y que estaban desaparecidos. También, con motivo de las elecciones sacamos una solicitada que la titulamos "Donde votan los desaparecidos".

Cuando asumió Raúl Alfonsín como presidente, en diciembre de 1983, decidimos viajar unas 50 madres y familiares en un micro alquilado. Además, llevábamos una pancarta enorme que decía “Mar del Plata Presente”. La sacamos cuando llegamos a Capital para que todos la vieran. Estábamos contentos y tan esperanzados, “casi” seguros que alguno de nuestros hijos iba a aparecer con vida, no importaba cuál, todos serían muy bien recibidos y considerados hijos de todas. Pero nadie apareció, a pesar que Alfonsin había sostenido –aunque luego se desdijo- que existían desaparecidos con vida. Tuvo la gran oportunidad de hacer justicia, porque todo el pueblo estaba con él. Sin embargo, no lo hizo y decretaría más tarde la obediencia debida y el punto final.

El año 1984 fue un año difícil, pues el grupo de Madres y Familiares se desmembró. Nosotras constituimos la filial de Madres de Plaza de Mayo: éramos madres de la calle, no de escritorio; el pañuelo era parte de nosotras, no estábamos dispuestas a resignarlo, seguíamos levantando la consigna “Aparición con Vida”. Más tarde, tras el ofrecimiento de la reparación económica por la vida de nuestros hijos, durante la presidencia de Carlos Menem, se abriría una grieta profunda entre nosotras y los demás organismos de derechos humanos.

Durante todos estos años las actividades fueron innumerables, especialmente, las que hicimos en la calle. Sólo mencionaremos algunas de ellas. En 1985 cientos de personas respondieron con total solidaridad a la campaña "Dé su mano por un desaparecido". Nos instalamos en la Peatonal y las personas se acercaban para dibujar su mano y escribir en ella un mensaje de justicia y aparición con vida de los desaparecidos. También, ese año manifestamos en el Cementerio Parque, con la presencia de Hebe de Bonafini, contra las exhumaciones, impidiendo se concretara la medida judicial.

Otro hecho importante, fue cuando nos citaron a la Base Naval, para testimoniar sobre el secuestro de nuestros hijos. En respuesta, enviamos una carta documento en la cual nos negábamos a ir a ese lugar y exigíamos que concurrieran a nuestros domicilios. A fines de noviembre llegaron a cada una de nuestras casas. Nos habíamos puesto de acuerdo para revertir la situación: nosotras nos instalábamos en la casa de la madre citada y esperábamos juntas la llegada del oficial a cargo del interrogatorio; el coraje de nuestros hijos desaparecidos nos hizo convertirnos en jueces y ser nosotras quienes interrogáramos. Logramos que "ellos" nerviosos y temerosos, arrinconados en nuestras cocinas, sin ningún asiento, rápidamente dieran por concluido el “interrogatorio” a la madre citada.

En el año 1986 la resolución del Juez Collins, que decretó la prisión preventiva de Hebe de Bonafini, nos llevó a manifestar frente a Tribunales con un gran apoyo de los medios.

Otra de las manifestaciones importantes fue en el año 1987 con motivo de la Conferencia de Ejércitos Americanos. Alrededor de 1000 personas encabezadas por Madres locales y de Capital, y varios dirigentes uruguayos y chilenos, marchamos desde la Peatonal San Martín hasta el Hotel Provincial. Allí permanecimos concentradas por espacio de 30 minutos, intentando avanzar hacia las puertas de acceso del hotel, custodiadas por una veintena de soldados. Se entonaron cánticos contrarios a los militares y Hebe, megáfono en mano, improvisó un breve discurso.

En verano, la llegada de turistas posibilitaba una buena difusión de nuestra lucha a todo el país, a través de la proyección de películas, realización de charlas y debates, en la calle. También, un compromiso de todos los años, fue nuestro acto en la Peatonal, con la presencia de nuestra presidenta Hebe de Bonafini; cada año este acto repercutía con mayor intensidad, reflejándose en los medios de prensa y de radio, que solicitaban entrevistar a Hebe.

También, concurríamos a los Encuentros Nacionales de Madres de Plaza de Mayo, que se realizaban aproximadamente cada seis meses en las distintas filiales: Santa Fe, Gualeguaychú, San Juan, Mendoza, Tucumán, Neuquén, Rosario, Capital y nuestra ciudad. Allí nos enterábamos de la situación política y económica de cada provincia. Fijábamos a través de un documento público nuestra posición ante el gobierno nacional. Además, nos comprometíamos a desarrollar una serie de actividades hasta el próximo encuentro.

Cada 24 de marzo fue y es motivo para realizar una jornada en repudio al golpe militar, con gran concurrencia de público que se detiene a conversar con nosotras o a leer la galería de represores con las fotos de ellos y su prontuario.

Durante los años noventa, con la gran desocupación que hubo en nuestro país, a raíz de las políticas económicas de Menem y Cavallo, los trabajadores que se quedaron sin empleo, comenzaron a cortar las rutas y calles. Las manifestaciones de los piqueteros también se realizaron en Mar del Plata, una de las ciudades más afectadas. Nosotras acompañamos esas manifestaciones, llevando nuestra solidaridad al movimiento de desocupados. De igual manera, los obreros del puerto nos llamaban cuando realizaban protestas por despidos injustificados o aumentos de salarios. También, los estudiantes, maestros y profesores de los colegios primarios y secundarios que quisieron conocer nuestra lucha, organizaron charlas, invitándonos a que participáramos. Desde 1992 nos abrieron un espacio radial en FM Residencias, que lo titulamos "Por la memoria", donde los distintos artículos del periódico de madres, los graves sucesos del gatillo fácil, el hambre o la desocupación han ido desfilando por la radio.

Además, en el año 2000 se creó la Universidad Popular de Plaza de Mayo en Capital Federal. Una de las propuestas de la Universidad era llevarla a los lugares donde estaban las filiales. Fue así que realizamos un seminario de “Educación Popular” en el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, con profesores de dicha Universidad. La convocatoria fue enorme y debimos realizar otro seminario para aquellos que no lo pudieron hacer en su momento. También, con el grupo de apoyo hemos podido desarrollar el programa de radio semanal La voz de los Pañuelos en FM La Azotea y una revista bimensual bajo el mismo nombre, entre otras actividades.

En tantos años de lucha fuimos cambiando y creciendo. De la búsqueda de nuestros propios hijos, esposos o hermanos pasamos a la lucha por los 30.000 desaparecidos, por los desposeídos, por los niños que se mueren de hambre y por todos aquellos por los que lucharon nuestros hijos y dieron su vida. Los amamos y los seguiremos amando con todo nuestro corazón, son la fuerza y la luz que ilumina nuestro camino.

Asociacion Madres de Plaza de Mayo, Filial Mar del Plata.

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